Qué extraña sensación de identidad
noté cuando empezaron a sonar las cintas. Qué tremenda familiaridad con todos
esos sentimientos, con toda esa desesperanza de intentar hacer las cosas bien y
que parezca todo salir mal, de que todos te den la espalda.
¿No hay épocas en las que también a ti
te parece que no hay nada que puedas hacer para algo vaya mejor? ¿En las que
parece que a nadie le importa que estés mal, o cómo estés de mal para hundirte
un poquito más?
Todo puede empezar por la cosa más
insignifcante….:
Una pelea con tu novio, por ejemplo,
que hace que te pongas terriblemente mal. Que te hace acordar de una “buena”
amiga con la que apenas tienes relación en los últimos tiempos pero que
recientemente te hizo una llamada de socorro a la que tú respondiste de todas
las buenas maneras que se te ocurrieron.
Perfecto, ahora eres tú la que hace
esa llamada. Pero continúa, con que esa “buena” amiga en vez de rescatarte de
la ola de tristeza que te está arrastrando, decide atarte una piedra un poco
más grande al pie. Que considera que es el mejor momento para darle la estocada
final a una amistad que no pasaba por su mejor momento y que termina así, sacando
a una de tus anclas más importantes, para siempre de tu vida.
Esto podría continuar con el hecho,
por ejemplo, de que acudas a otro pilar importante a contarle lo mal que estás
por las tres piedras que llevas atadas ya: la pelea con tu novio, la traición
de tu “amiga” y la pérdida de la otra. Y que esta persona, al escucharte no te
diga nada. Nada bueno, nada malo. Nada de preocupación. Nada. Vacío. Sólo te
dice que ya ha hablado con la otra parte. Y tú ahora, además te sientes
incomprendida, en una esquina, sin importancia, ínfima.
Puede continuar, por ejemplo, con que
otras personas nuevas que están entrando en tu vida y se están ganando tu
confianza y tu cariño decidan, de repente, que es el mejor momento para empezar
a tener relación con esa mejor amiga tuya que ya no te quiere en su vida. Y
ahora ellas quedan, sin pensar ni por un momento cómo te puede hacer sentir a
ti eso, si te hace sentir más desplazada, más triste, más traicionada, más
incomprendida aún. Tú puedes sentirte así, pero a ellas puedes darle
completamente igual a pesar de mandarles mil señales de que eso te está
haciendo daño.
Todo esto puede coincidir, por
ejemplo, con el hecho de que alguien de tu familia, en su afán por conseguir
algo concreto, orqueste todo un teatro en tu contra para dejarte como
paranoica, como mentirosa, como “la que quiere hacerse la víctima”.
Puede ser que, además, de camino haga
que desaparezcan de tu vida unas personitas que eran muy importantes para ti,
que te daban mucho amor y te hacían sentir muy comprendida. Pero que, de un día
para otro, sin explicación ninguna, ya no estén más ahí porque ha vuelto a
conseguir que tú quedes como mala y ella como perfecta.
Puede que, además, el resto de tu
familia, en un muy bondadoso intento de no tomar parte, no tome parte
realmente. Y puede que tú sea justo eso lo que estés necesitando, que tomen
parte. Que te digan: estamos contigo, no vamos a permitir ciertas cosas. No
está bien.
Y que tú sientas que a pesar de no
haber hecho nada malo, en su no tomar parte, tomen parte clara… pero no la que
esperabas.
Y puede que no se den cuentan de lo
mucho que necesitas un apoyo. Puede que realmente no se den cuenta del mucho
daño que te está haciendo tanta mentira, tanto silencio, tanto miedo a decir
algo, tanto arrebatarte gente sin represalias ninguna.
Puede que no se den cuenta… o puede
que sí, y que les dé igual.
Y podría continuar esto, por ejemplo,
con que cada vez que llegas a casa, destrozada por los amigos que vas perdiendo
a pesar de tus esfuerzos por ser una buena amiga, por la familia que no es
justa a pesar de tus esfuerzos por ser siempre justa para todos, te encuentras
una pareja que te grita a la mínima de cambio, que te amenaza ante cualquier
problema con irse y dejarte sola y ¿tú? ¿Cómo vas a permitir eso si realmente
es al único que tienes? Así que aguantas un día más, una falta de respeto más,
otra amenaza más.
Y así la bola… un día y otro, y otro…
puede seguir creciendo sin que nadie note, o lo noten y no les importe, que
realmente estás muy desesperada, que tienes la terrible sensación de que a
nadie le importa cómo te sientes, de que ya no puedes confiar en nadie, de que
necesitas muchísimo una mano sincera, honesta y amorosa.
Menos mal que yo aún tengo algunos
salvavidas.