28 de Septiembre
(…) Es muy duro para todos. Pero sobre todo es duro para
quien lo sufre y sigue viviendo inmerso en su tortura. No me imagino cómo debe
ser el momento en el que la decisión es definitiva. Ese instante en el que
eliges el método, el minuto y la manera. ¿Subirá la adrenalina o te morirás de
miedo? ¿Temblarás?
Cuando das ese paso adelante, estás dando varios hacia
atrás. Ya nada en tu vida será lo mismo y las personas que se enteren de lo
sucedido nunca más te mirarán de la misma forma. Te conviertes en una especie
de cristal de Bohemia. Te vuelves muy frágil. Te rompes con más facilidad y
todos tienen más cuidado para no ser los causantes de esa rotura. (…)
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